En primer lugar es necesario que cada alumno ponga en marcha su propia inquietud e interés; su propio motor. Es posible diseñarle el camino, pero si él mismo no se impulsa, ni podrá recorrerlo ni llegar a alguna parte.
Cada alumno debe proponerse alcanzar el éxito con auténtico interés. El éxito
no consiste necesariamente en dinero, reconocimiento, belleza,
notoriedad; puede consistir en un objeto material, como una casa; en un
logro espiritual, o en conseguir cultivar un repollo o que tu perro se
siente.
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