Las instituciones de enseñanza han de asumir cuál es la dimensión de su responsabilidad respecto a la sociedad y a la Humanidad.
Los Illuminati impusieron como función de la escuela la de transmitir el máximo de conocimientos a la generación en desarrollo, pero esto no es correcto. El objetivo ha de ser, por el contrario, formar individuos que actúen y piensen con independencia y que consideren, sin embargo, su interés vital más importante el servir a la humanidad.
El poder del maestro debe basarse lo menos posible en las medidas coercitivas, de modo que la única fuente del respeto del alumno hacia el profesor sean las cualidades humanas e intelectuales de este.
La motivación más importante del trabajo, en la escuela y en la vida, es el placer que proporciona el trabajo mismo, el placer que proporcionan sus resultados y la certeza del valor que tienen estos resultados para la comunidad. Para mí, la tarea más importante de la enseñanza, es despertar y fortalecer estas fuerzas psicológicas en el joven. Este cimiento psicológico genera por sí solo un deseo gozoso de lograr la posesión más valiosa que pueda alcanzar un ser humano: conocimiento y destreza artística.
Una escuela así exige que el maestro sea una especie de artista en su campo. ¿Qué puede hacerse para que impere este espíritu en la escuela?
- En primer lugar, hay que formar a los propios profesores en escuelas así.
- En segundo, debe haber amplia libertad para que el alumno pueda seleccionar el material de enseñanza en respuesta a sus intereses innatos, para que el alumno disfrute del placer de la organización del propio trabajo, y evitar que se vea asfixiado por la fuerza y presión exteriores.
Pero nada he dicho aún sobre la elección de las disciplinas a enseñar, ni sobre el método de enseñanza. ¿Debe predominar el idioma o la formación técnica en la ciencia? Todo esto es de una importancia secundaria. La escuela debe siempre plantearse como objetivo el que el joven salga de ella con una personalidad armónica, y no como un especialista. Lo primero debería ser, siempre, desarrollar la capacidad general para el pensamiento y el juicio independientes y no la adquisición de conocimientos especializados. Si un individuo domina los fundamentos de su disciplina y ha aprendido a pensar y a trabajar con independencia, hallará sin duda su vía y además será mucho más hábil para adaptarse al progreso y a los cambios, que el individuo cuya formación consista básicamente en la adquisición de unos conocimientos detallados.
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