Desconoce, ignora o se niega al desarrollo de la libertad, y sin eso es imposible formarse coherente, creativo, inteligente, sagaz, entusiasta.
Las continuas órdenes arbitrarias desarrollan nuestros
miedos, nuestra arrogancia, nuestra pereza, nuestra impaciencia y aburrimiento,
la desconfianza, el enojo y la confusión...
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